— La noche está algo pésima hoy... —decía el sujeto mientras inhalaba desde el filtro que se posaba en sus labios un poco de humo. Lentamente se podría notar como el humo se integraba a su interior, recorriendo el sistema respiratorio en cuestión de segundos. No se movía del barandal dónde posaba sus codos y echaba su torso para hacer de soporte por el mismo y así, continuar con su gustoso cigarro, que ya, al pasar de los minutos se comenzaba a desgastar y carcomer el mismo papel y tabaco del centro.
Exhaló el humo que mantenía anteriormente, pausó levemente con el cigarro en sus labios ejerciendo que su mano izquierda tomase este por el filtro para luego tirarlo hacia el radio exterior de dónde se encontraba; Por fuera del barandal. Y movió su derecha al interior de su detallado saco negro, introduciéndola lentamente por el bolsillo interior que mantenía en seguridad su celular, al cubierto de todo posible bultaje y visión ajena, entonces lo tomó ejerciendo que las yemas de sus dedos tomasen el mismo desde los laterales para corroborar el final de estas en el lado trasero del mismo. Presionó unos botones desde la parte trasera activando el mismo por huella digital, marcó unos números rápidamente gracias al acceso directo.
Rápidamente atenderían su llamada, en cuestión de segundos el sujeto estaría comunicándose con uno de los más importantes traficantes de armas de Europa, la conexión había sido asegurada, al ser un teléfono celular satelital, los puertos y direcciones ip físicas estarían siendo resguardadas y falsificadas en tiempo real para así ejercer un despiste. El sujeto se disponía a moverse entre los escalones, bajando rápidamente ante la escalera. Al tocar el fondo, se posó de espaldas a la pared, dejando su cuerpo caer a ésta para así tener comodidad durante la llamada iniciante.
—Eh... Hola. ¿Sí? — decía el sujeto con cierto descontento en su voz. — ¿Quién eres, cómo conseguiste éste número? — ejerció autoridad en esta oración.
—Tranquilo Mel, soy yo. Hesekiel... — dijo éste con firmeza y pausó levemente. —... Llamo para cobrarme el favor de Dubái. —
La llamada se tensionaba a medida que Hesekiel hablaba... Su voz gruesa y su disposición del habla hacían que ¨Mel¨ se disponga a cometer fallos en su vocalización.
— Que no, no puedo hacer eso para mañana... —dijo con una voz a punto de ser castigada—... Es complicado, Volkov, demasiado. — Hesekiel se posicionó de nuevo erecto, ejerciendo que sus piernas se flexionen y des-flexionen. — ¿Estás de broma?, las necesito para mañana... Sabes que a un Kurz no se le puede quedar debiendo nada. —
Entre la noche se movía un vehículo amarillo, era un taxi, las luces ejercían el correcto avistamiento de éste. Hesekiel elevó su izquierda para llamar a dicho taxi, no disponiendo de la derecha que estaría ocupada por su teléfono celular. El vehículo paró ante él, dejando abrir la puerta trasera éste entró al mismo flexionando sus piernas y sentándose en el terciopelado asiento trasero. Señaló con su izquierda un avión que estaría colgando de retrovisor interior del vehículo, dejando saber que deseaba ir hacía el aeropuerto.
— Bueno, haz lo que puedas. —concluyó la llamada con esa frase final, dejando saber que debía hacer cosas más importantes. — Buenas noches, ¿cómo está usted? —agregó sutilmente al terminar dicha llamada. Dirigía su derecha al interior de su elegante saco, posando en el bolsillo interior del mismo su celular.
— Bien, deseoso de estar en casa en vez de trabajar. —suspiró el conductor para luego poseer con más seguridad y firmeza el volante del vehículo.
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